Tokio Ya No Nos Quiere
La vida, este momento: el problema del espejo.
La corbata me aprieta.
La chaqueta me hace sudar.
Estoy gordo: pronto voy a jadear, sudar y oler como un cerdo.
Debería utilizar el teléfono interior, llamar a mis compañeros de librería:
-Por favor ¿Puede bajar alguien a echarme una mano con las cajas? Quedan doce más: si nadie me ayuda voy a tener que dar tres viajes como mínimo. Y las cajas están hasta arriba de libros.
Ellos deberían de bajar y cargar también: son las normas del departamento: todos los vendedores hemos de acudir en busca de la mercancía desde que llegue al almacén. Las cajas guardan los libros que hemos pedido, los que vamos a tratar de vender: por los que cobraremos comisiones si los vendemos.
No me atrevo a llamar a mis compañeros: tengo miedo de caerles mal: ellos ya saben que estoy aquí: escucharon la llamada del almacén, me vieron bajar: sé que les desagrada cargar: les hace sentirse vendedores de segunda categoría: no les gusta sudar: además está el gran tema del dinero: si no están arriba, vendiendo, pierden las comisiones que eso conlleva.
Para cargar no puedo quitarme la chaqueta ni la corbata: el gran centro comercial donde trabajo lo prohibe: los clientes han de vernos, siempre, perfectamente uniformados, aseados y sin sudar.
Mierda: estoy sudando como un cerdo: seguro que me riñen.
Es la cuarta vez que vengo por mercancía en este día, decimotercera en la semana: siempre solo, sin atreverme a pedir ayuda a nadie.
Los guardias del almacén se ríen:
-¿Te ha tocado otra vez cargar a ti?
-NO IMPORTA –les miento sonriente- Así hago ejercicio: es terrible andar tieso por la sección, dando vueltas, esperando que alguien venga a comprar algo.
Se ríen más de mí. Ojean los libros que cargo: hacen bromas estúpidas con ellos:
-¿Tienes algún libro donde salgan fotos de mujeres desnudas? –dice uno.
-¿Y aquí dice cómo follarme a la secretaría del director? –dice otro.
Tengo prisa, pero no me atrevo a quitarles los libros de las manos. Ellos son auxiliares de seguridad, no tienen derecho a tocar la mercancía…¡Yo no estoy jugando! ¡Estoy trabajando! ¡Los odio!… Callo, espero paciente, finjo risas causadas por sus tonterías: deseo caerles bien, que piensen que soy un tipo simpático: que no la tomen conmigo.
….
Cuarenta y cinco minutos más tarde, tras terminar el último de los tres viajes, me encierro en el baño del almacén: seco mi frente con papel de baño, rocío de colonia mi cabello y traje: vigilo, en el espejo, que mi sonrisa siga pareciendo auténtica.
SOY UN GILIPOLLAS
Y un cobarde: toda mi vida he preferido callar antes que tener que enfrentarme a cualquiera: ni siquiera me atrevo a discutir. No soy nadie: no tengo estudios universitarios: soy un estúpido vestido con un traje barato, trabajando por el sueldo mínimo permitido por un gobierno para ricos en un trabajo que hasta las amas de casa, de sesenta años y sin preparación, pueden desempeñar mejor que yo.
Y estoy gordo: tengo una barriga asquerosísima.
Normal que, cuando estamos solos, a mi novia nunca le apetezca follar.
Además, si consigo meterle la polla no logro la contención ni cinco segundos: me corro enseguida: en algo soy perfecto: mi eyaculación precoz no falla jamás.
Ni idea de porqué mi novia no me olvida: ni siquiera puede sentir pena por mí: he logrado convertirme en un gran perdedor por mis propios méritos, sin la colaboración de nadie: sólo siendo como soy.
Vergüenza. Asco es lo que siento cuando me miro en el espejo.
«Diarios Secretos de Sexo y Libertad»
Rafael Fernandez
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El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento, habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, por ejemplo el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo esta relacionado con la ansiedad.
El Miedo
Sintiendo miedo miedo miedo me despojo de mi espectro Suavidad de luna en mis entrañas duele el alma en cada pausa Se me escapa no cpmprendo no me alcanza La sinapsis de mi ansia es mi ignorancia que me atrapa y es la magia que me arrastra muriendo en mi locura extraña El frio intenso de mi alma de mi alma congelada Freno lo que creo revulsivo y es mi sino demostrar que yo no he sido Y no he podido O no he querido reventar mi condición La condición un silogismo que se esconde trás mi instinto y es distinto mi organismo sin control ya no es el mismo un seismo en mis neuronas Nurse i need my soma Me hundo me fundo y confundo mi mundo Bcce y es cuestión de segundos Gritando ahullando rompiendo mi piel y mis dendritas funcionando al revés las la adrenalina por 10 sangre en mis venas por 10 las bpm por 100 El demonio es la ansiedad que hace estallar mi integridad mis sentimientos emociones conciencia subjetividad esos conceptos inconmesurables mi bioquimica es la culpable Y mi entorno ya no es nada el vacío me acapara en una esfera que desata mis sudor hacia mis palmas mis esfínteres se rallan la vorágine en mi alma trás la tempestad llega la calma Me hundo me fundo y confundo mi mundo Bcce y es cuestión de segundos I am bored dissatisfied unhappy discontent demotivated unsatisfied in a mess I’m just a fleck of dust i have lost my sight I don’t know where i have parked my life Psicotropics doesn’t rise my style nothing else to do for the rest of my time I want to dope the bowels of my wisdom I try to explain de nonsense of my visions The liquid was sweet to the taste for my rakish aim I expect nothing at all not a bit of faith not a bit of faith not a hope to hold Is in my hands I feel I’m sweating coldMorfema 1999 (Nicolás Sanchez 83 – Madrid)
No recuerdo cuando y en internet no encuentro ninguna referencia al respecto (···) pero unos neurocientíficos de quiero suponer una Universidad Americana, lograron aislar un compuesto químico llamado BCCE.
Este compuesto basicamente provoca ataques de pánico inducidos voluntariamente y probado en monos Rhesus se pudo valorar su efectividad dado que los monos entraban en unos estados francamente lamentables, histéricos los animalitos, y yo en mi condición de rapera neurocientífica me apunté el dato y me escribí un tema.
Se me ocurrió pensar que estaría bien inventarme un traficante de drogas que vendía este compuesto sintetizado en un comprimido, dada la estupidez inmarcesible de la plebe que nos rodea que por aquello de vivir experiencias diferentes eran capaces de provocarse a si mismos dichos ataques de pánico por molar más que el de al lado y por poder diferenciarse del resto «porque mi ataque de pánico ha sido la ostia neng…… a ver si me lo superas….»
Luego de escribir el texto me enteré que Ray Loriga habia hecho algo parecido en «Tokio ya no nos quiere» la diferencia es que en su libro el traficante vende la droga del olvido y a mi pues que quieres que te diga…. me hizo mucha ilusión que se me hubiera ocurrido algo así y que tuviera algo que ver con Ray que a mi me encanta, con ese aura de poeta maldito y en estos tiempos que corren de pura vanalidad y desdén.
(···) Lo acabo de encontrar en una libreria de segunda mano en internet desvandellibro.net y un único ejemplar asi que dejo la actualizacón de la historia para cuando lo reciba.
M.
M se ha identificado en exceso con el miedo, de tal manera que gran parte de su forma automática de ir por el mundo se deja arrastrar por éste.
Una de las consecuencias directas de esta pasión es la respuesta ansiosa que este eneatipo experimenta interiormente. La angustia podría parecerse a la sensación de que, en cualquier momento, el techo se le va a desplomar encima.
Aquí, la ansiedad podría definirse como una respuesta al miedo no identificado, la cual hace que se disparen las defensas de autoprotección y las alarmas para la supervivencia, sin saber muy bien de dónde viene la amenaza.
M, a.k.a el Leal, a.k.a el Cobarde, tiende a volcarse en el futuro y cualquier preocupación suele derivar en sintomatología ansiosa, como la incapacidad para conciliar el sueño, la tensión y el agotamiento que puede generar una mente llena de pensamientos obsesivos.
M reaciona ante el miedo de diferentes formas, a veces tiene por tendencia contraerse y encogerse ante el miedo, buscando las zonas de seguridad donde la amenaza pueda ser disipada. Prefiere evitar los callejones oscuros, asegurarse de cerrar la puerta con llave o, en general, no correr riesgos innecesarios. Actúa con especial cautela, se vuelve cálido, modesto y tiende a ser más dócil y disciplinado con respecto a las normas y a la autoridad, con la finalidad de evitar el castigo, o a veces pega primera y pregunta después y ante la amenaza, aparentemente se crece y, como reacción, se anticipa a plantarle cara al miedo. Si percibe la posibilidad de que surja alguna hostilidad, saca las garras. Prefieren dar el primer golpe a que el otro le pille desprevenido y adopta una postura agresiva y desafiante. Suelen ampararse en una imagen atractiva de fuerza y dureza.
A pesar de que suele haber una cierta estabilidad en la manera de reaccionar ante el miedo se pueden ir alternando con el tiempo ambas actitudes.
Suele darse una interiorización de las normas establecidas, sobre todo en la variante fóbica, de tal forma que se siente incapaz de quebrantar las leyes. Todo tiene un orden establecido y un procedimiento por el cual llevar las cosas a cabo.
La autoridad es un símbolo del poder castigador. Tiende a ser muy cumplidor con los jefes, cuerpos de seguridad o quienes ostentan los más altos puestos en la jerarquía, a la vez que se crecen ante quienes se sitúan por debajo en el orden piramidal.
En la variante rebelde se combina la lealtad con una actitud más desafiante, cuestionadora y rebelde ante quienes poseen dicha autoridad legal o moral.
Se le apoda “El Leal” debido a la constante fidelidad que muestra a sus amigos, personas queridas y a sus propias creencias.
Esta lealtad en gran parte también está condicionada por el miedo. Ante la necesidad de aferrarse a algo seguro, defiende a capa y espada las relaciones en las que encuentra un soporte externo y también aquellas ideas o principios que le permiten dormir tranquilo, pudiendo llegar incluso al fanatismo.
La necesidad de crear relaciones de dependencia donde sentirse seguro convive a la vez con su tendencia a la desconfianza.
El Seis busca recibir apoyo, aunque sin ser avasallado. Espera que los demás lo tengan en cuenta, mas no desea generalmente sobresalir ni ser el centro de atención. Necesitan saber que pueden contar con los demás, pero también es imprescindible mantener cierta distancia.
Cuando se disparan sus alertas ante la proximidad no deseada de una relación, cuando se siente en el punto de mira, nace la desconfianza. Esto generará una lucha interna entre el deber (la lealtad al otro y su firmeza en no fallarle) y el miedo generado (la desconfianza que subyace en cuanto a las intenciones de los demás).
Sin embargo, dejarse llevar abiertamente por sus impulsos belicosos podría hacer peligrar el amparo que obtiene de los demás. Por ello mismo, crea relaciones cálidas en forma de protección al otro o donde él mismo se sienta protegido.
Al estar muy volcado en el futuro, invierte únicamente en aquello que le da garantías y proporciona seguridad. A veces lo busca en el matrimonio, en un grupo de amigos u otras veces en libros de autoayuda o grupos políticos, sociales o religiosos que le sirven de referencia.
Es propenso a meterse en planes de pensiones, inversiones seguras o embargarse en estudiar oposiciones con el fin de obtener un trabajo seguro y para toda la vida. También pueden llegar a proveerse de ciertos suministros en demasía debido a una prudencia exagerada, por miedo a si se agotaran sus reservas en caso de necesidad.
Tiene un radar interno que le sirve como localizador de problemas. Posa su mirada en el mundo bajo una actitud de catastrofismo. La anticipación al peligro es necesaria para prepararse a la adversidad y sentirse más capacitado ante los problemas emergentes.
M suele convivir de forma continua con la duda. Esta ambivalencia le lleva a perderse en la indecisión, a dar vueltas una y otra vez a las diversas opciones disponibles y a cuestionarse cuál es la más correcta.
Quizás podría quedarse un buen rato decidiendo que camisa comprarse o bien qué plan llevar a cabo. El caso es que la incertidumbre, generada por la ansiedad y por el miedo, también inunda sus propias creencias cuando no encuentra un apoyo externo, llegando a verdaderas batallas mentales.
M es un experto en buscar segundas intenciones en los demás. Puede llegar a leer entre líneas a través de una suspicacia muy desarrollada que, en muchas ocasiones, propicia el pensamiento paranoico.
En base a las preguntas que surgen en la mente a razón de la desconfianza, surgen interpretaciones mentales de lo observado, llegando a elaborar hipótesis a veces muy retorcidas acerca de la mala intención de los demás.
Suele pensar antes de actuar. La excesiva prudencia, debido a la inseguridad en uno mismo, le lleva a postergar la acción continuamente.
Sin embargo, esta tendencia a la mesura se suele combinar puntualmente con actitudes rebeldes y temerarias que le sirven como vías de escape a su propia impulsividad reprimida. Por ejemplo, podría dejarse llevar en situaciones que despertaran su adrenalina, como la conducción brusca e imprudente.
Teoriza mucho y tiende a indagar en fuentes de información fiables para llenarse de datos y conocimientos, lo cual le permite sentirse más seguro y con mayor certeza a la hora de hablar o de actuar.
Al estar en la tríada del pensamiento, reprime sus impulsos, los cuales son acallados tras una continua racionalización. Vive con un excesivo culto a la mente, ya no sólo en cuanto a acumular conocimientos, sino como instrumento para procesar la realidad.
Se alza a la mente por encima de cualquier otra opción. Tiende a ser un devoto del pensamiento empírico, con resistencias a la hora de aceptar otras posibles realidades fuera de lógica y sentido común.
Podría llegar a aceptar principios emocionales, sociales o espirituales que escapan a la razón si con ello se siente integrado en un grupo de referencia. Sin embargo, al ser un cuestionador nato, entra en un conflicto interno entre el amparo del grupo y la desconfianza en los principios que promulgan los demás.
M piensa :
- Es mejor estar seguro antes de actuar.
- Piensa mal y acertarás.
- Para las buenas o para las malas, los demás pueden contar conmigo.
- Más vale prevenir que curar.
- Las normas se han establecido por el bien común y hay que cumplirlas.
M teme básicamente encontrarse perdido, abandonado y desorientado, sin una guía o referencia estable hacia la que poder encaminar sus pasos.
La necesidad de diferenciar entre lo que es correcto y lo que no, le lleva en muchas ocasiones a trasladar la autoridad hacia fuera. Por ello mismo, necesita y se siente seguro con unas pautas externas sobre cómo actuar de forma correcta.
En diversas ocasiones suele integrarse en grupos religiosos, políticos o instituciones reglamentadas que fijen las reglas.
Otras veces simplemente se apoya en las normas sociales (leyes, protocolos, tradiciones…) para apaciguar la falta de orientación interna y la inseguridad.
En muchos sentidos pierde su propia orientación, la voz interna que le llevaría a permanecer en su centro. Por esto mismo, cuando no encuentra un punto de referencia externo, entra de lleno en la duda, la cual dispara la ansiedad y la angustia.
M presenta como principal mecanismo de defensa la proyección, a través del cual las emociones, los pensamientos y las intenciones no reconocidas en él mismo son atribuidos a los demás.
La propia inseguridad se traslada hacia el exterior, hacia las otras personas, quienes pueden en cualquier momento fallarle o bien causarle algún daño.
M ha aprendido a reprimir sus impulsos, por ser interiorizados como algo negativo o inadecuado en uno mismo. La proyección hace que dicha amenaza interna no aceptada se vuelque hacia los demás.
A través de este mecanismo, consigue aliviar la propia carga, el conflicto interno entre una rígida estructura mental y los propios impulsos, los cuales son percibidos como una amenaza.
Al no aceptar en muchas ocasiones dicho conflicto interno, consigue creerse que el causante de su malestar y de su inseguridad, por fuerza, ha de ser alguien o algo externo. Eludir la propia culpa hace que se muestre a la defensiva y adopte una postura victimista.
Secundariamente, es capaz de abandonar su posición de fragilidad, propia de la victimización, e incorpora en si mismo el peligro externo.
A través de este mecanismo de defensa, denominado “identificación con el agresor”, si se siente amenazado, el Seis acabará convirtiéndose él mismo finalmente en una amenaza para el otro.
Ante esta idea de “la mejor defensa es un buen ataque”, se podría considerar como ejemplo el empezar una pelea cuando se atribuye a la otra persona intenciones hostiles.
De niño, M recurrió a reprimir con culpabilidad sus propios impulsos para sentirse así aceptado por su entorno.
La sensación de que hay algo malo, negativo o no válido dentro de si mismo le lleva a una profunda inseguridad interior.
Además, tal y como hemos comentado anteriormente, dicha negatividad interna se proyecta hacia fuera, por lo que es habitual que desde pequeño M haya convivido con una fuerte sensación de miedo, ya sean racionales o irracionales.
La infancia de M se vió envuelta por un ambiente de impredecibilidad, marcado mayoritariamente por la principal figura de autoridad (generalmente el padre).
Suele ser común la convivencia desde pequeño con un progenitor con problemas de alcohol u otras drogas, propenso a una gran inestabilidad emocional y conductual en general.
Ante esta situación, la autoculpación o la interiorización de que hay algo malo en él mismo es la única salida para evitar o prevenir el castigo por parte de la autoridad.
Con todo esto se deduce que, más allá de la apariencia externa, el Seis encierra en si mismo a un niño que se ha sentido muy culpable y con mucho miedo a lo que pueda ocurrirle.
En la unión sexual suele darse también una necesidad de fusión con el otro. Para ello, proyecta por lo general un ideal de pareja con el que, si no llega a estar a la altura de sus expectativas, es posible que termine tomando distancia por sentirse defraudado.
Su desconfianza inherente suele contagiar la parcela sexual. De tal manera que puede llegar a rituales de espionaje (registrar el teléfono móvil, hacer interrogatorios…) respecto a su pareja, de quien teme que pueda estar engañándolo con otro.
Puede ocurrir que, ante el temor a no dar la talla o a no funcionar “correctamente” en lo sexual, a la hora de relacionarse ponga más atención en la propia ansiedad catastrofista que en el disfrute, generando así problemas de impotencia o vaginismo.
Entre los elementos o rasgos físicos comunes destacaría la mirada escrutiñadora, vigilante del entorno. En muchas ocasiones, es capaz de posar su vista fijamente sobre otra persona sin tomar conciencia realmente de ello. Prefiere observar antes que hablar.
Su cuerpo encierra una alta carga de rabia, mostrando muchas veces una actitud agresiva ante el mundo y procura mantener una justa distancia física con el resto del mundo.
De alguna manera, es como si su propio cuerpo fuera una prolongación física de la desconfianza albergada en su interior.
En los momentos de estrés, M se decanta por aferrarse a toda costa a una imagen de sí mismo que pudiera generarle mayor seguridad. Podría surgir la necesidad de desvalorizar a otros para crecerse y compensar así su baja autoestima.
Puede también invertir más tiempo y energía en el trabajo o bien, por otro lado, entrar en competitividad con otros grupos a través de los grupos políticos, sociales o religiosos que lo representan.
En su camino hacia la integración, M consigue manejar su vida de manera más relajada y tranquila, traspasando la ansiedad habitual para conectar mayormente con su voz interna, capaz de orientarle a satisfacer sus propias necesidades.
Por otra parte, desarrolla una mayor autonomía e independencia en sus relaciones personales, fruto de la solidez interior alcanzada. Pasa de establecer lazos de dependencia con los demás a disfrutar de su compañía, consiguiendo confiar más en la vida que le rodea.
M se define por ser alguien racional, comedido, leal, desconfiado, catastrofista, suspicaz, tradicional, ansioso, estructurado, dubitativo, paranoico, hipervigilante, teórico, cuestionador, inseguro, normativo, comprometido, víctima y responsable.
Clones de M
- John Rambo, interpretado por Sylvester Stallone en “Acorralado” (Ted Kotcheff).
- Shaggy, personaje de la serie de dibujos animados “Scooby Doo”
- Don Quijote, protagonista de la novela de Miguel de Cervantes.
- La tía Josephine, interpretada por Meryl Streep en “Una serie de catastróficas desdichas” (Brad Silberling).
- Juan Cuesta, interpretado por José Luis Gil en la serie “Aquí no hay quien viva”
Fuente : terapiahumanista.es
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