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Purgatorio

El Purgatorio es el segundo de los tres cantos de La Divina Comedia de Dante Alighieri. La antecede la del Infierno y le sigue la del Paraíso. El Purgatorio de Dante se divide en Antepurgatorio, Purgatorio y Paraíso terrestre. La estructura moral del Purgatorio sigue la clasificación tomística de los vicios del amor mal dirigido, y no hace referencia a culpas específicas.

Se divide en siete giros, en las cuales se expían los siete pecados capitales: soberbia, envidia, ira, pereza, avaricia, gula, lujuria. Al pie de la montaña se encuentra el Antepurgatorio, y en la cima el Paraíso Terrestre. Su estructura es especular a la del Infierno, pues si aquel es un abismo este es una montaña, y el orden de las penas sufre un giro de ciento ochenta grados: el camino de Dante va del pecado más grave al más leve (que es la lujuria, o amor que se excede en la medida).

Cada giro tiene un custodio angélico, y precisamente los ángeles de la humildad, de la misericordia, de la mansedumbre, de la solicitud, de la justicia, de la abstinencia y de la castidad; en cada giro, además, los que expían las culpas tienen ante sí ejemplos del vicio castigado y de la virtud opuesta.

En la entrada del Paraíso terrestre, Virgilio debe separarse del poeta. Como guía en esta parte Dante tendrá al poeta latino Estacio, quien lo conducirá al jardín celeste, donde lo acogerá Matelda, quien es una anticipación de la aparición de Beatriz. Las almas del Purgatorio ya están salvadas, pero antes de llegar al Paraíso, para expiar sus pecados deben subir la montaña como hacían en los tiempos de Dante los peregrinos que se dirigían hacia Roma o Santiago de Compostela para hacer penitencia. Cada alma debe por consiguiente recorrer todo el camino y purificarse en cada giro del pecado correspondiente.

Para facilitar su encuentro con determinados personajes, el autor los coloca en el giro de su pecado más relevante. El Purgatorio tiene la función específica de expiación, reflexión y arrepentimiento, y es solo a través del camino, es decir de la peregrinación hacia Dios, que el alma puede aspirar a la redención. Esto también vale para Dante, quien al principio tiene grabadas en la frente siete letras P, que simbolizan los siete pecados capitales.

Al final de cada giro el ala del ángel guardián borra una de ellas, indicando que el pecado específico ha sido expiado.

El alma se nutre de cielos en infiernos transitados.

Quien sabe de dolor, todo lo sabe.

El Purgatorio, como el desierto, es para volver a empezar.

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