Mujer Reina Diosa Hechicera

Medida y Violencia

Cual es la medida y violencia de cada acción que comenzamos? Si solo se pudiese por un momento adivinar la dimensión  de cada momento y pasarse la vida deseando no fuera el objetivo de nuestras vidas… Sin estar y solo esperando, al gran día, a ese gran hombre, a ese definitivo cambio a mejor, a esa disculpa que nos haría encajar algo más en nuestras propias dudas, esperando siempre que todo cambie, que la gente vuelva, que el mañana no nos duela tanto, que el ayer nos pese menos cada día, esperar que aquel nos diga lo que queremos oír desde que nuestros oídos oyen, que esa alabanza nos remiende el ego, que esa disculpa nos refrende en lo acertado de nuestros pasos y acciones, esperando dependemos de nuestra realidad para sobrevivirnos y es la realidad de los otros la que nos salva de nosotros mismos.

Soy la niña que no quiere comer porque se niega a ser mujer, soy el alma dormida de Jorge Manrique, yo soy la que tenía siempre esperanza, la que lleva las zapatillas desatadas, el pelo enredado al alma y esa que no quiere volver nunca a casa porque no tiene casa, soy la que sin tener casa sueña con un hogar donde descansar y poder ser ella misma, esa misma que acaba siempre rompiéndolo todo cuando teme, soy un 1% que está muy lejos y se entristece hasta el límite recordando lo que pude ser y le fue arrebatado, y siendo mujer me rebelo contra mis caderas y reniego de mi fuerza mi valor y mi poder, y allí arriba me siento sola, igual de sola que  abajo pero arriba siempre hace más frío, y quien quiere estar conmigo está lejos, siempre lejos, a diez mil kilómetros, a trescientos, a 20 centímetros, no importa porque siempre está esquivándome allá adelante, siempre ante mí y siempre distante, y tener que volver a hacerlo yo otra vez y saber que el precio que pago por tener caderas es el de la soledad, la incomprensión, el desamparo y la incertidumbre, y como dice el Tao, no esperemos nada y así todo nos vendrá, no teniendo ni pasado ni futuro, sin tener siquiera identidad… Para qué…?

Recordar una mirada o una palabra que no existieron sino en la imaginación de algún instante incierto entre la realidad y la ignorancia, y vuelvo a ser, la que no cedía para que la respetaran, la que de puro inquieta detiene el tiempo para vivir más, la mujer que siempre fui desde que nací hombre, vuelvo a ser la tierra o uña, espejo en que estas letras se reflejan, soy aquella que no se deja pisar, la que pone medallas  al cobarde en su valor, la que desprecia al que llora, la que se viste de domingo un martes, la que planta cara al destino y se niega a sobrevivir, y sin adaptarme empiezo a vivir un destino que bastante me importa a mí si existe, ¿porqué voy a vivir un destino que está en un futuro que no existe ni me pertenece?… Soy la que mata por placer, la mujer que llora sangre por perderse en otra piel que ya es la suya y siempre lo fue desde que fue embrión, soy la d·evil y violenta hembra que defiende lo suyo arañándoselo a la vida, soy la que nunca espera nada y es siempre invadida, humillada y absorbida…Porque no quiero esperar. Porque no quiero intentar. Porque no quiero seguir…

Soy la mujer que no tiene sueños, que tampoco nunca los tuvo, la descreída de los duendes, la que habla con los muertos y no les pide nada porque no cree en los muertos, soy la hembra de enormes e incomprensibles caderas que gira la cama y engaña a la muerte para no perderte, luchando contra lo obvio y lo hueco, soy la estúpida que anhela y espera siempre sin creer que haya un instante futuro, yo soy la verdad y la vida, yo soy el escudo y el solSoy la niña que se rebela y la mujer que calma la ansiedad en la batalla, a veces cuando nada encaja, y nada suele encajar nunca, me quedo con la sensación de que los dragones dejaron de existir porque nunca existieron, de que yo no existo porque nunca he sido, sensaciones de que la piel no acaba de adaptarse a los huesos, certezas de saber que no pudo ser y aunque se supere siga doliendo cada día la sola idea de volver a esperar, amor que se tuvo por necesidad y necesidades insoportables de las que abusar para defendernos de la insoportable levedad de nuestro desvarío, sentirse alguien en el dolor de alguien, aliviarme el infierno pagando el precio del desamparo, el dolor y la soledad, rendirse a la evidencia de las lágrimas que vuelven a llorar sangre. 

Y en días como hoy solo quiero recordar, que a pesar del miedo la necesidad el hambre y el frío, tú sí querías de verdad estar conmigo…

Te sigo echando de menos en días como hoy, en noches como estas me duele cada uno de los poros de tu bellísima piel, me duele la sola neurona que ha guardado en mí alma tu recuerdo, espero que sigas resistiendo allá  en ese infierno de mierda que en un acto de amor de valor incalculable volviste a hacer tuyo. Y me liberaste para seguir perpetuándome en el vacío de cada día, porque sin ti todo tiene una dimensión extraña, y es extraño que a ti no te espere, que sepa que ahí delante no estás y en cambio sienta la dolorosa certeza de tu presencia incondicional sabiéndote siempre, agarrado a la piel, viviendo en mis ojos… Soy una estúpida por sentirte tan cerca, y en mis sueños solo existes en la medida en que la memoria me lo permite, mi alma, mi vida entera, te doy mi sangre, mi mañana, te doy mi identidad, mi piel y lo que me dolió no lo recuerdo. Soy esa mujer estúpida, intolerante, violenta y vengativa, soy esa niña que tu convertiste en mujer. Y en los sueños que no tengo te perpetuas en la certeza de que el daño que me hacías es lo que me mantiene atada a la vida, atada a tu memoria, atada al odio que siento por cualquiera que se atreva a amarte…

Y sigo malviviendo en el ansia de tu libertad.                                      

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