Mujer Reina Diosa Hechicera

Perséfone Abandona El Inframundo : Llega La Primavera

HADES Y PERSÉFONE: y Eros ataca a La Muerte

La historia de Hades es, tal vez, el único ejemplo de monogamia entre los Olímpicos. El dios es hermano de Zeus y tío de Perséfone por ambas partes, ya que Deméter y Zeus son los padres de la joven. Hades es hijo de Cronos y Rea y, como sus hermanos, fue tragado y vomitado por su padre. Después de La Guerra de los Titanes, cuando Zeus y sus hermanos pasaron a gobernar el cosmos, a Él le corresponde el mundo subterráneo. Los Cíclopes le fabrican un casco que lo volvía invisible y que solía prestar a otras divinidades. Así reina sobre los muertos, no permitiendo a sus súbditos volver a la tierra en ninguna caso, y raramente interviene en las leyendas. El motivo es que Hades apenas era nombrado, ya que al hacerlo se temía molestarlo y suscitar su ira. Por lo tanto se lo mencionaba con eufemismos. Perséfone era una joven que crecía un tanto indiferente al mundo entre sus hermanas y las ninfas.

Hades, enamorado e invisible, la contemplaba, la espiaba, invisible durante todo el tiempo. El dios se decidió a pedir ayuda a Zeus para raptar, cuando no, a la joven. Es así como un día en que Perséfone se encontraba juntando narcisos entre sus amigas -como sabemos espectáculo irresistible para los dioses-,en el preciso instante en que la joven se aprestaba a tomar una flor, la tierra se abrió y emergió el negro carro de Hades. Perséfone, entonces, fue raptada. Durante un breve instante la mirada de la joven se encontró con la mirada negra, brillante, fuerte y enamorada del dios de los muertos. Cuando Hades la subió a su carro se escuchó el alarido, y no se pudo saber jamás si Perséfone gritó de terror o fue una exclamación de asombro y reconocimiento, de aceptación al amado. Virgilio nos cuenta que Perséfone sentía el “funesto deseo” de ser raptada por el Dios, y se ligó en un pacto de amor. Se mostró y entregó a Hades porque reconoció pertenecerle. De esta manera pasó el umbral de los vivos. En otras palabras, se sintió la más feliz de las mujeres cuando Hades la subió a su carro.

Una mujer viva pasaría a ser la Reina de los muertos, esposa de un Dios enamorado. En tanto Zeus siempre suele abandonar a sus amantes, Hades, por el contrario, desposó a Perséfone. Eros ha hecho su ingreso triunfal al mundo de los muertos. El inframundo ya no será el mismo. Afrodita cumplió su cometido.

Quien no creyó mucho esta teoría del pacto de amor fue su madre Deméter. En ese mismo momento comenzó para ella la peregrinación en búsqueda de su hija. Deméter había escuchado el grito, para ella un lamento de terror: Perséfone pidió ayuda… Por lo menos eso creyó la madre.

Durante nueve días con sus noches sin comer, ni beber, ni cambiarse, la diosa va errante por el mundo con una antorcha en la mano buscando a su hija que no esta en ninguna parte… y que nadie sabe de ella.

Únicamente Helios, que todo lo ve, puede informarle lo ocurrido. Fue a su encuentro y, enterada del secuestro, Deméter decidió no volver al Olimpo, abdicó de sus funciones divinas y se convierte en una diosa en “huelga”.

Y se retiró a morar en la tierra en donde cumple diversas funciones como nodriza. Este voluntario destierro de la morada divina trajo todas las desgracias de la esterilidad del suelo. Deméter se vengó de todos. Y a todos, y sobre todo a los dioses que no la ayudan, los privó del gratificante humo de los sacrificios.

Pero también por esta actitud ocurrió algo mucho más grave que la desaparición de la raza humana por inanición: se desequilibró el orden del Cosmos.

La situación se vuelve insostenible. Y Zeus, ante el caos, ordenó a su hermano Hades que devolviera a la joven. Pero ya era demasiado tarde…

Deméter había decidido terminar con todo lo viviente… Y los inmortales, sin hombres que los honraran ni adoraran, no tenían ya razón de ser…

Ante lo extremo de la situación, Zeus envió a Hermes a pedir a Hades la restitución de Perséfone. Pero esto no era ya posible. La condición para salir del Hades es mantener el ayuno, no tomar alimentos del lugar. No sabemos si por ignorancia oporque así lo quiso la joven -lo que es altamente probable-, el caso fue que ya lo había hecho de la siguiente manera: Hades, bajo esa posibilidad, no opuso reparos a la visita de su esposa a su madre Deméter. Paseando por los jardines subterráneos ante la inminente partida ofrecióa Perséfone -quien como vemos no tiene por costumbre hacerse rogar- una granada cultivada en sus jardines.

Según los poetas, los mejores cronistas de la época, Perséfone amaba a Hades, y la prueba de ello es que, cuando se produjo la llegada a la morada subterránea, encontró en el lecho del dios a una muchacha. Se trataba de la ninfa Minte. Y donde hay una ninfa, como siempre decimos, hay seducción. Así, al igual que su hermano Zeus, parece ser que Hades se entendía muy bien con las ninfas. Perséfone, recién llegada, arrancó a Minte del lecho y la arrastró hacia la luz hasta llegar a las arenas de Pilos. Allí comenzó a pisotearla con furia,quería molerla con sus pies… Mientras que el cuerpo de Minte iba siendo destruido por la furia de la nueva reina del Hades, un olor extraño, agradable y balsámico se desprendía de él. Era la menta silvestre que, a partir de entonces, crece sobre las colinas mirando el mar.

Zeus decidió entonces resolver el problema por medio de una transacción. Perséfone estará con Hades la mitad del año y la otra mitad con su madre, y Deméter deberá volver al Olimpo a cumplir con sus obligaciones divinas.

Cada primavera la reina del Hades sube al Olimpo para pasarla con su madre, justo en el mismo instante en el que los primeros tallos comienzan a reverdecer. Para volver con su esposo en el tiempo de la siembra. Durante todo el tiempo que Deméter y su hija permanecen separadas, la tierra permanece estéril…

Decidido esto y aceptado por todas las partes, Hades prepara el carruaje para que la joven marche a saludar a su madre.

Cuentan los testigos de los acontecimientos que cuando Deméter, después de estar con Perséfone, se alejó hacia el Olimpo para retomar sus funciones divinas, con el peplo turquesa ondeando al viento, “ la cebada vuelve a aparecer, los surcos áridos se colman de tierra fértil, mientras las hojas y las flores se ofrecían de nuevo al sol. Como si nada hubiera ocurrido y la naturaleza estuviera saliendo lentamente de un largo sueño”.

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